¡Oh glorioso y martirizado
Hermano Lizardo! ¡Venid! ¡Descended de los Quintos Apurados! Plásmese en este
lugar, pero sin ocupar mi cuerpo físico.
Te he llamado. Te he invocado,
para que me concedas el siguiente favor: (Aquí se pide el milagro)
Glorioso Espíritu que deambulas
por el mundo espiritual y pernotas en los Quintos Apurados. Maravillosa Alma,
poseedora de inmensos poderes, rompa estas cadenas que me atan. Imprégname con
tus perfumes celestiales y destruye toda envidia, todo odio y todo mal que
intenten hacerme. Limpia mi cuerpo con tu energía y libera mi Alma del odio, la
envidia, la ira y el miedo.
¡Oh poderoso Espíritu liberador!
Azota con tu látigo de la Victoria, toda mala energía que se encuentre en mi
cuerpo. Cúrame de cualquier enfermedad física, mental y espiritual. Y cierra mi
cuerpo para que nada ni nadie, me pueda causar ningún mal.
Que la paz de tu Espíritu
pacífico me llene de bendiciones, de Salud, Prosperidad, y mucho Amor y
comprensión para entender y perdonar a mis semejantes, Amén.
Se recita un Padre Nuestro y un
Ave María.
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